¿Alguna vez te has encontrado en una situación en
la que aceptaste hacer una cosa que en realidad no querías? A todos nos ha pasado,
alguna vez o no...Te invitan a una cena, que no te apetece ir porque vas muy cansado/a,
pero dices “sí, claro, vendré”. Tu tía te regala un jersey con dibujitos
horribles por navidad y al preguntarte si te gusta, le dices: “sí, me gusta”.
Hay varias razones por las que nos cuesta decir
“no”. Por supuesto, dependerá de la situación y de la persona. Habrá
situaciones en las que es bastante difícil dar la respuesta “no”, como cuando
tu jefe/a te pide que te quedes a una reunión muy importante después de tu
horario de trabajo. En cambio, existen otras situaciones en las que decir “no”
suele ser más fácil.
Algunos de los motivos más comunes que nos dificulta
decir “no” son:
- Para evitar un conflicto. Si sabemos que
negarnos puede generar una situación conflictiva, generalmente tendemos a ceder.
Sobre todo si esta situación es significativa, como en el ejemplo del jefe y la
reunión.
- Para no hacer sentir mal al otro/a, que se
traduce, a veces, en un sentimiento de culpabilidad. Muchas veces, sin darnos
cuenta, creemos que el otro se sentirá mal si nos negamos. No podemos saber
cómo va a sentirse la otra persona, sin embargo, nos dejamos guiar por lo que
nos imaginamos.
- Para ser aceptados/as. Aquí damos más
importancia a imaginarnos qué pensarán los otros de nosotros/as. Tememos
sentirnos rechazados/as.
- Por pensar que no tengo derecho a negarme.
Suele estar relacionado a una baja autoestima, donde damos por hecho que las
necesidades del otro son más importantes que las propias y cuando nos piden
alguna cosa, inmediatamente los atendemos.
En todos estos casos, aparece una emoción: el
miedo. Miedo al conflicto, miedo al rechazo, etc. Son diferentes maneras de
decir al mundo que el otro es más importante que yo. Y si seguimos repitiendo
este patrón, más pronto o más tarde, hay unas consecuencias, ya sea a nivel
emocional (baja autoestima) o alguna patología física, ya que nos estamos
desvalorizando.
La dificultad para decir “no” es una conducta humana
adaptativa y viene influenciada por la educación recibida, el entorno familiar,
las propias experiencias, las creencias, etc. Como en todas las circunstancias,
se puede ir fluyendo con los acontecimientos que la vida nos presenta. Sin
embargo, existen los extremos, es ahí donde es aconsejable hacer un cambio.
Si una persona siempre dice “no”, puede ser que vaya
a tener problemas sociales, en sus relaciones. Se suele tachar de una persona
muy egocéntrica, incluso egoísta, quien siempre se dice “no”. Estas personas,
que a primera vista pueden parecer muy seguras de sí mismas, suelen tener poca
capacidad para empatizar con las necesidades de los otros. La energía que
transmite una persona que constantemente se niega a hacer cosas, a participar,
a ceder, etc., suele ser muy densa.
En el otro extremo, aquellas personas que no saben
decir “no”, viven su vida resolviendo las necesidades de unos y otros,
anulándose a sí mismas y a sus propias necesidades y deseos.
Decir “no” puede costar cuando implica ir en contra
de las expectativas o deseos de otros, es decir, cuando nos piden alguna cosa o
esperan una cosa de nosotros, ya sea una reacción determinada, una opinión, una
conducta o cuando el otro manifiesta su deseo y depende de nosotros satisfacerlo.
El conflicto surge cuando se encuentran dos necesidades
opuestas. Si alguien nos pide hacer una cosa que sí deseamos hacer, no hay
conflicto. Son dos necesidades que van hacia la misma dirección. Pero si nos
piden hacer una cosa que no deseamos hacer, es cuando entramos en conflicto.
Hemos de decidir a qué necesidad le daremos la prioridad, si a la nuestra, o a
la suya.
El problema de no saber decir “no” es que después
hemos de afrontar las consecuencias. Nos
obligamos a vivir situaciones que no deseamos. Incluso llegamos a crearnos un
argumento, para auto-convencernos que es lo que nosotros queremos, cuando en el
fondo, no es así. Por eso, es importante reconocer cuál es nuestra necesidad o
deseo, y decidir si esto es una prioridad para nosotros en este momento, o si
estamos dispuestos/as a ceder a los deseos del otro. No es lo mismo ceder porque
me siento obligado/a a hacerlo, que ceder porque yo lo decido así. De igual
manera, podemos aprender a decir “no” si esto significa poner atención a nuestras
propias necesidades y atenderlas, de hecho, es señal de una saludable autoestima.
A veces, hemos escuchado que decir “no”, para satisfacer nuestras necesidades es
egoísmo y, en realidad no lo es, si sabemos cuando queremos ceder y cuando no.
Es importante, para aprender a decir que “no”,
saber reconocer cuál es tu necesidad, deseo o interés. Una vez que lo identificas,
sólo tú podrás decidir si en este momento tu necesidad es una prioridad para ti,
o no lo es. Nadie puede decidir esto por ti.
Ideas para aprender a decir
“no”:
1. Pregúntate si lo que te están pidiendo es una
cosa que tú realmente deseas hacer. Piénsalo detenidamente, no te dejes llevar por
el impulso de decir “sí”. Observa si lo que tú realmente deseas es hacerlo o
no, independientemente de los deseos o expectativas del otro.
2. Tómate tu tiempo antes de responder. No des una
respuesta en ese momento, puedes decir algo como: “deja que me lo piense y te
digo alguna cosa”, o “he de comprobar si no tengo otros compromisos, y te lo
confirmo mañana”. Esto te puede ayudar a observarte con calma si lo que te están
pidiendo es algo que quieres realizar o no.
3. Pregúntate si tienes el tiempo para hacerlo.
Muchas veces no es que no quieras complacer al otro, simplemente no dispones del
tiempo. Evalúa tus prioridades y si decides que puedes dedicar algo de tu tiempo
al otro sin afectar tus proyectos, adelante. En caso contrario, es mejor decir
“no”.
4. Puedes buscar un punto medio. Cuando te das
cuenta que no quieres realizar exactamente lo que te piden, sin embargo, estás
dispuesto a buscar un acuerdo, donde las dos partes cedan un poco. Entonces,
dices “no”, y propones una alternativa. Puedes decir algo como: “mira, hoy no
puedo ayudarte con esto, mañana sí que podría tener una hora para hacerlo”.
5. Si vas a decir “no”, sé honesto y amable. Tal
vez lo mejor sea decirle al otro que no puedes porque tienes otros temas
pendientes, sin tener que entrar en detalles, y decirlo de una manera amable y
con seguridad. Es importante que al decir “no”, no entres en la emoción de la
culpabilidad, ni te sientas mal de decirlo. Puedes practicar. No todo se
consigue enseguida. Se trata que puedas decir “no” con la seguridad que es tu
decisión y que tienes todo el derecho de negarte. Recuerda que es señal de una
saludable autoestima. Es mejor decir “no” con una sonrisa, que con cara de culpa,
no crees?
Es importante que sepas qué es lo mejor para ti,
qué va con tus planes y proyectos y qué no. Así es como podrás ser tú quien
decida cuando decir “sí” y cuando decir tranquilamente “no”, responsablemente.
Si te cuesta, empieza a entrenarte con pequeñas
cosas, como por ejemplo, cuando alguien se te “cuela” en la cola del súper: dices,
con una sonrisa, que estabas tú primero.
Si siempre dices “sí” a los otros, te estás
diciendo “no” a ti mismo/a. ¡Tú decides!
¡Que seas muy feliz! Gracias.
Maria Iglesias
Coaching, PNL y Psicosomática Clínica
Tel. (34) 606 32.08.54
Sesiones presenciales y por skype.