Hace
algunos días, estaba en uno de mis habituales paseos y una sucesión de ideas me
hizo pensar en las personas que ayudan a otras, durante un tiempo y cuando no
son útiles, se van a otro lugar o las personas ayudadas se van... Entonces, mi
cabeza se iluminó con el pensamiento de que parecía la vida de Mary Poppins, y pensé
en denominarle a esto “Síndrome de Mary Poppins”.
Hoy,
antes de escribir este artículo, me voy a internet y, desde luego, como parece
ser que todo está inventado, me he encontrado con otros artículos que hablan
del mismo síndrome y lo definen así: personas entusiastas que suelen ver el
lado bueno de las cosas y que se vuelcan en ayudar a los demás para luego
apartarse cuando aquellos ven solucionado su problema.
Recuerdo
que la película de Mary Poppins fue una de las más vistas cuando mi hija era
pequeña. La llegamos a ver docenas de veces. Y tal vez, algo de ello quedo en
mi vida…
Sí, soy
una persona entusiasta, que suelo ver el lado bueno de las cosas y también
ayudo a los demás, siempre que puedo (de hecho soy Coach y forma parte de mi
pasión y profesión). Los clientes acuden cuando tienen una dificultad y luego
se van. Así mismo, en mi fluir por esta vida, voy dónde mi presencia es
necesaria y después me voy…
¿Qué
ocurre con las personas que destinan su vida a ayudar a otras? ¿Para qué ayudar?
Al igual del resto de cosas que hacemos, tiene una intención positiva y algunos
de los beneficios que se consiguen al ayudar a otros son:
- Sentirse
útil
- Desarrollar
la empatía, la escucha activa y la comunicación
- Sentirse
reconocido/a (no siempre)
- Potenciar
y expandir el amor hacia la humanidad o a los animales o al planeta…
Si le preguntáramos a Mary
Poppins, cómo se siente cuando tiene que marcharse, ¿qué nos diría? Esa mirada
triste, al final de la película, cuando sale con su paraguas, al viento, en
busca de otras familias que precisan su ayuda… ¿tú qué crees?
En mi opinión, seguramente hay una parte de ella que se siente feliz
por haber transmitido su optimismo y ayudado a cambiar la visión de esa familia
(un padre que priorizaba su trabajo ante su familia, una madre que sale a la
calle en busca de ayudar a la causa feminista, en lugar de ayudar a sus propios
hijos y a sí misma, ambos padres delegando la educación de sus hijos a una
institutriz detrás de otra y unos niños, de familia adinerada, consentidos,
pero que lo único que desean es pasar más tiempo con sus padres). Es posible que
ella, como ser humano, sintiera también deseos de disfrutar de una vida
personal más enfocada a sus propias necesidades.
En el proceso de desarrollo personal, las personas aprendemos a
conocernos mejor y poder ver nuestras sombras y nuestra luz. Si en algún
momento te sientes indentificada/o con el Síndrome de Mary Poppins, te propongo
que nunca te olvides de ti. Priorízate para después poder ayudar a los que te
necesitan:
-
Disfruta tu vida y cuídate
-
Déjate tiempo para ti, dedicando un espacio para lo que te apasiona y
-
Recuerda: SUPERCALIFRAGILISTICOESPIALIDOSO para esos momentos humanos
donde tu energía pueda descender…
¡Que
seas muy feliz, y luego haz feliz a los otros (en este orden, ¿vale?)! Gracias.
Coach,
Máster-Trainer en PNL, acompañante en Psicosomática Clínica